Andy, tras varios años estudiando en la Universidad, llega a casa y decide subir a descansar a su cuarto. Al entrar, tropieza con algunas de las cajas que el mismo embaló cuando se marchó. Sin pensarlo, comienza a abrirlas y a recodar todos aquellos momentos que le brindaron los juguetes. Andy viendo la situación tan desigualada que hay en el mundo, decide no ser egoísta y donarlos, invitándonos a reflexionar y entender, que un juguete nunca muere y puede hacer feliz a niños en todo el mundo. Mientras tanto, infinidad de historias y anécdotas ocurrirán en el escenario, pues tan sólo los niños y mayores que crean esto, podrán ver a los juguetes con vida.