El presente Baile no pretende ser un facsímil ni una reconstrucción arqueológica del
Baile de
1952, repuesta luego en numerosas ocasiones sin aportar novedades que supusieran una
reflexión, adaptación o -en general- juego dramatúrgico mayor, pese a constituir El Baile de
Edgar Neville uno de los hitos populares del teatro español de la segunda mitad del siglo XX
(más de 2.000 representaciones), una de las escasísimas piezas cosmopolitas de nuestro
repertorio (contó con temporadas en los teatros Gramont [1954] y Fortune [1956] de París y
Londres, respectivamente, además de en Alemania y en Latinoamérica) y contener una fábula
moderna sobre el (con)curso del tiempo en el amor, afín a otros textos teatrales como
La
herida del tiempo (J. B. Priestley) o El tiempo dormido (Been W. Levy), textos sí
revisitados,
en cambio, con originalidad, nuevas perspectivas y renovadas puestas en escena en todo el
mundo. Y al aroma de un Nöel Coward, cuyo Espíritu burlón sería traducido y versionado por
el propio Neville.